A mis 30 años la verdad sólo he podido “pelar el cable, ser yo mismo y desarrollar mis aptitudes como persona en Charlie Brown”. Me refiero a que ha sido el único lugar en que tuve la experiencia de ser estimulado y reforzado en ir más allá de lo establecido, sin límites y tantas otras barreras que la sociedad te impone. Charlie Brown es mi alma mater.
He estado en distintos establecimientos de enseñanza básica, media, universitaria y ninguno de ellos ha sido tan significativo en mi vida como esta institución”, señala Francesco Álvarez, Periodista y quién pronto comenzará en Santiago a cursar un programa de Magíster en Estudios Políticos y Estratégicos en la ANEPE. Cada vez que regreso a Charlie Brown y paso a saludar me reencuentro con los afectos, el cariño que me ha marcado cuando niño y que compruebo es permanente hasta hoy, está en el ADN de Charlie Brown, es un ese sello distintivo, tal vez el más importante de todos. Puede parecer raro pero siempre me pregunté porque no había un
Charlie Brown que tuviese primero básico, es que el cambio es muy radical. Cuando entras al colegio se pierde esa individualidad, más bien hay una suerte de homogeneización, uniformes, todo suele hacerse de la misma forma, la creatividad, la originalidad no son estimulados, se “cortan las alas que Charlie Brown, por el contrario nos puso y que me permitió ser tan feliz.
La visita de un exalumno siempre es motivo de felicidad y orgullo, en ellos vemos ya grandes aquellas semillas que un día cruzaron tímidamente las puertas del Jardín, curiosos, inquietos y que desde siempre han sido acogidos con amor. Gracias a todos nuestros pequeñitos de siempre, vuestros sueños han sido los nuestros.